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El primer peregrino a Compostela

Camino Primitivo

Cuando en el siglo IX, el rey Alfonso II, “El Casto”, hiciera el viaje desde su corte ovetense al lugar llamado Iria Flavia (Padrón) para conocer el sepulcro recién descubierto del Apóstol Santiago y creara una iglesia con dignidad suficiente para acoger aquellos restos, iniciaba una corriente que con el discurrir de los siglos fue afianzándose y creando rutas con una creciente importancia y constituyendo uno de los acontecimientos culturales y religiosos más importantes de la historia de la humanidad.

 

Cierto que estos caminos reafirmaban otros muy anteriores que comunicaban con Finisterre (el fin de la tierra) donde el sol se fundía con el mar. Fuera como fuera, la noticia de la aparición del sepulcro de Santiago se transmitió por toda Europa. En un principio los pueblos francos, borgoñeses, lombardos, sajones, bohemios y otros pueblos europeos incluyeron entre sus destinos de peregrinaje, además de Roma y Jerusalén, a aquel “Campus Stellae” (Compostela), donde el monarca asturiano había mandado erigir una iglesia para custodiar las reliquias del santo.

Fuera como fuera, la noticia de la aparición del sepulcro de Santiago se transmitió por toda Europa.

El primer peregrino a Compostela 

  Fue precisamente Alfonso II el primer peregrino a Compostela y su itinerario constituyó el primer Camino de Santiago: desde Oviedo, capital del reino, por Grado, Salas, La Espina, Tineo, Pola de Allande y Grandas de Salime. El Camino estaba creado y centro importante del mismo era la ciudad de Oviedo que, además, acogió un conjunto de reliquias, entre ellas el célebre Sudario, rescatadas y llegadas a Oviedo desde Jerusalén y que fueron custodiadas en una capilla mandada construir por el rey Alfonso II, que es hoy la Cámara Santa.

El Camino estaba creado y centro importante del mismo era la ciudad de Oviedo.

El traslado de la corte a León, en el año 910, y las conquistas territoriales de los cristianos en dirección al sur de la península se tradujeron en un cambio en las rutas que seguían los peregrinos hacia Santiago eligiendo paisajes menos penosos que los de las abruptas montañas del Norte, aunque estas rutas nunca fueron abandonadas.

El Camino por la meseta, hoy llamado francés, fue tomando cada día más relevancia; la llegada de los monjes benedictinos de Cluny, constructores de monasterios e iglesias en Roncesvalles, Navarra y Ponferrada, entre otros, potenciaron aún más el desarrollo de esta ruta.

Aún así, la importancia que las reliquias custodiadas en Oviedo, habían adquirido entre la cristiandad, se vió acrecentada sobremanera tras la solemne apertura e inventario del contenido del Arca Santa, realizada en el año 1075 por Alfonso VI, convirtieron Oviedo en paso “obligado” de muchos peregrinos que consideraban imprescindible venerar al Salvador antes que a su discípulo Santiago, de ahí la antigua canción francesa que dice:

Quien va a Santiago y no al Salvador, visita al criado y deja al Señor.

A Oviedo llegaban los peregrinos desde León, donde se desviaban del Camino Francés, atravesando las duras cuestas del puerto de Pajares y los concejos de Lena, Mieres y Ribera de Arriba. Otras rutas atravesaban Asturias por el litoral, desviándose en Villaviciosa para llegar a Oviedo por Sariego y Pola de Siero.